Scott Hunter
Lawrence Journal-WOrld
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Podría haber dejado pasar lo ocurrido, pero Scott Hunter no era esa clase de hombre. De hecho, sus colegas de la empresa de seguros tenían un apodo para él: “El Pitbull”. Una vez que Scott le hincaba el diente a algo, nunca lo soltaba.
Así que cuando vio a su princesa de ocho años llorando en su propio cumpleaños, supo que tenía que hacer todo lo que estuviera en su mano para arreglar las cosas… y que Dios ayudara a la gente que se había cruzado con él.
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