Subiendo El Listón
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Pasó un minuto y Lizzie supo que no podía quedarse más en el coche. Abrió de golpe la puerta con su teléfono aún grabando y se acercó con cuidado a la bolsa de basura en movimiento.
Fuera del coche, pudo oír gruñidos y gruñidos que emanaban de la bolsa de polietileno negra. Al principio se asustó, pero luego los gruñidos se convirtieron en gemidos y llantos. Ya no podía alejarse.
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