El Trabajo De Emma
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El salón y la empresa propietaria habían subestimado a Emma por su cuenta y riesgo. Emma se dio cuenta de que no era un asunto menor. Redactó cuidadosamente una carta, eligiendo sus palabras con cuidado, como siempre hacía con estos asuntos.
Cuando estuvo terminada, la revisó con una sonrisa. Sabía que ahora se tomarían las cosas en serio y terminó la carta con: “Atentamente: Emma Raike, abogada.”
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